La cosa es que hace dos semanas que estoy haciendo una estancia en Göttingen, Alemania y desde el primer día acá he notado que algo iba mal con el verano... Yo tan acostumbrado estos últimos años al calor extremo de Madrid, acá me he dado con una puerta en la cara al notar que en las dos semanas solo no ha llovido un día... Jajaja. La cosa es que me dejé mi chaqueta de cuero en Madrid y al final parece que la extrañaré un poquito. Más aun después de hablar el viernes pasado con mi jefe de Laboratorio que me dijo que "¡¡¡¡¡EL VERANO EL AÑO PASADO DURÓ 4 DÍAS!!!!!!" De todas maneras el clima me recuerda mucho a Valdivia, esa zona de Chile en que los Alemanes se asentaron para fabricar cerveza y tener pastelerías riquísimas (entre otras cosas claro está).
También me está gustando mucho andar en bicicleta y es que hace como 10 años que no me montaba en una, así que después de la primera semana de aclimatamiento al “cómodo asiento de la bici”, ahora ando súper relajado por toda la ciudad. Creo que será una buena terapia para combatir los placeres de la mesa alemana, es decir las quinientas mil variedades de salchichas y todo tipo de comidas bien calóricas, pero ricas.
En fin, la ciudad es maravillosa y el clima no tanto, pero al final y como todo en la vida, uno se termina acostumbrando. Por cierto, el de la foto soy yo frente al símbolo de la ciudad, más conocido como la estatua de la Gänseliesel o “la chica más besada de Alemania”. La fuente data de 1901 y la tradición dicta que cuando alguien obtiene su grado académico de doctor (en la U de Göttingen, claro está), debe subirse a la fuente, dejarle unas florcitas y darle un buen beso a la señorita que lleva los gansos.
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